El 12 de octubre de 2020, Carlo Acutis fue beatificado en Asís, Italia, dejando un ejemplo de vida cristiana que continúa inspirando a jóvenes de todo el mundo. A pesar de haber fallecido a los 15 años debido a una leucemia fulminante, su breve existencia se caracterizó por una intensa dedicación a la Eucaristía, la oración y el servicio a los demás, según información del Dr. Nicola Gori y del Cardenal Angelo Comastri.
Desde su Primera Comunión a los 7 años, Carlo mantuvo una práctica religiosa constante, participando regularmente en la Santa Misa y rezando el Rosario. Él afirmaba: “Nuestra meta debe ser el infinito, no lo finito. El Infinito es nuestra Patria. Desde siempre el Cielo nos espera”. Esta perspectiva influyó en su forma de vivir y en sus decisiones, reflejando cómo un adolescente podía integrar los valores del Evangelio en su vida cotidiana.
Pasión por la informática y el voluntariado
Acutis combinó su vida espiritual con su interés por la tecnología. Era considerado un prodigio en informática: programaba, montaba películas, desarrollaba sitios web y gestionaba boletines escolares. Además, dedicaba tiempo al voluntariado con niños, ancianos y personas necesitadas. Su habilidad en el ámbito tecnológico y su compromiso social lo hicieron un joven admirado por su comunidad, mostrando que la modernidad y la fe pueden coexistir de manera armónica.
Línea del tiempo de su vida
- 1991: Nace el 3 de mayo en Londres. El 8 de septiembre se traslada a Milán con su familia.
- 1998: Recibe la Primera Comunión el 16 de junio.
- 2003: Confirma su fe el 24 de mayo.
- 2005: Comienza el bachillerato en el Instituto León XIII.
- 2006: Enferma de leucemia el 2 de octubre y fallece el 12 de octubre tras recibir la Unción de los enfermos y la Santa Comunión.
- 2012-2020: Se abre la causa de beatificación, se declara venerable en 2018 y finalmente es beatificado en 2020.
Carlo Acutis dejó un mensaje claro: vivir unido a Jesús transforma la vida y permite impactar positivamente a los demás. Su devoción, talento y compromiso social continúan inspirando a adolescentes, educadores y líderes de la Iglesia a construir comunidades basadas en la fe, la inclusión y la solidaridad.
Su historia demuestra que la espiritualidad puede ser profundamente humana y contemporánea, alcanzando a quienes buscan sentido y propósito en la vida cotidiana.
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