Zacatecas es una ciudad que inspira desde el primer vistazo. La cantera rosa que envuelve sus calles crea una sensación cálida y viva, mientras que su historia minera hace que cada rincón conserve una memoria profunda. Esta combinación explica por qué se le conoce como la ciudad de “Rostro de cantera y corazón de plata”, una frase que resume siglos de arquitectura, riqueza natural y vida cultural.
La UNESCO inscribió a Zacatecas como Ciudad Histórica en 1993, destacándola como una de las diez ciudades mexicanas con este título. Según el INAH, su valor radica en un patrimonio colonial que se mantiene visible en la traza urbana, en sus templos y en los edificios civiles.
La historia de Zacatecas comienza en 1546, cuando exploradores españoles encabezados por Juan de Tolosa hallaron una veta de plata en el cerro de La Bufa. La primera mina, llamada San Bernabé, abrió el camino para otras como Albarrada, San Benito de Vetagrande y Pánuco. 
Durante los siglos XVI y XVII la ciudad alcanzó una prosperidad notable y se convirtió, junto con Guanajuato, en uno de los espacios mineros más destacados de la Nueva España. Su riqueza favoreció la construcción de templos y palacios que hoy constituyen el corazón del centro histórico.
La cantera rosa se convirtió en el sello visual de Zacatecas. Este material volcánico permitió levantar edificios con gran detalle, entre ellos plazas y templos ubicados en un terreno escarpado que obligó a crear calles ondulantes y de distintos niveles.
Entre los espacios más representativos se encuentran la Plaza Goitia, la Plaza de Armas, la Plaza Miguel Auza, la Plaza García y la Plaza de Santo Domingo. Cada una forma parte de un entramado urbano que se ha conservado con cambios mínimos a lo largo del tiempo.
La expresión “Rostro de cantera y corazón de plata” se utiliza para describir la apariencia arquitectónica de Zacatecas y su origen minero. La cantera rosa otorga un aspecto distintivo a sus edificaciones, mientras que la plata representa la actividad económica que impulsó su crecimiento desde el siglo XVI.
Para el INAH y la UNESCO, esta combinación convierte a la ciudad en un espacio histórico fundamental dentro del patrimonio mexicano.
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