En un hogar donde el aroma del pan recién horneado se mezclaba con las risas, el trabajo y el calor humano, creció Verónica Trujillo quién hoy se ha convertido en una voz de confianza para Zacatecas.
Marcada por el esfuerzo de una madre que fue sustento, el regalo de vida de sus tres hermanas que la cuidaron como si cada una de ellas llevara en sí a una madre más; y sus dos hermanos quienes también fueron apoyo, menciona que la economía nunca fue muy sencilla: “tuvimos a un papá muy ausente… y a una mamá muy entrona”.
Más tarde, como dicta la naturaleza de quien nace con alma inquieta, Verónica comenzó a trazar su propio camino.
La incursión en el modelaje fue un reto social que le dio confianza y la llevó a ser notada por el comité de Nuestra Belleza, donde participó aún sin alcanzar la edad reglamentaria: “a los años se van a dar cuenta que hicimos chanchullo” dice con una chispa en los ojos y una sonrisa cómplice. Allí enfrentó desafíos como posar en traje de baño, siempre escudada por la fortaleza de su madre, su gran reflejo.
Más tarde, en su búsqueda universitaria, aceptó la condición de su madre de estudiar lo que ella quisiera, pero cerca de casa. Con ese punto de partida, comenzó a explorar opciones que se acercaran lo más posible a lo que ya había despertado su interés: la comunicación.
Fue así como, en una feria universitaria, descubrió que se inauguraba la carrera de Mercadotecnia.
Aunque no era exactamente comunicación, encontró en ese programa un entramado que, de algún modo, conectaba con lo que ya había empezado a imaginar como su futuro: productos, mercados, campañas, consumo, y medios.
A los 21 años, Verónica dejó Fresnillo. La vida la llevó por caminos inesperados. En 2009 conoció a su esposo durante un proyecto de la Cámara Méxicana de la Industria de la Construcción. “Era muy distinto, muy inteligente”, recuerda. En sus viajes a la Ciudad de México descubrió que el mundo era mucho más grande de lo que imaginaba.

Probó suerte en Televisa, sin obtener una buena experiencia; luego en TV Azteca, donde le ofrecieron un proyecto de espectáculos, sin embargo no era el camino que ella buscaba.
Más tarde vino un casting en Canal 22 para un programa infantil, y uno en Excélsior, donde finalmente encontró esa oportunidad que tanto anhelaba. El destino decidió que esta última oferta no era su rumbo, en cambio envió a su vida a su segunda hija.

En su vida personal, Verónica enfrentó grandes retos: primero superó el síndrome de Hellp y, posteriormente, otra gran prueba: decir adiós en esta vida a su compañero de vida y padre de sus hijas. A pesar de todo, mantuvo su profesionalismo ante las cámaras.
Hoy, tras casi 25 años en medios, sabe que su voz pesa.Sus decisiones, los baches en el camino, aprendizajes y su compromiso con la verdad la han llevado a alcanzar su propio programa de noticias.















Paloma Anguiano