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Sequías Y Cambio Climático. Los Escenarios Para México

Los principales efectos del cambio climático se reflejan en los recursos hídricos, afectando su disponibilidad, cantidad y calidad. Y es la sequía uno de los fenómenos climáticos que más afectaciones genera al poner en riesgo la seguridad hídrica de personas, comunidades, regiones y ecosistemas. Además de afectar y condicionar las posibilidades de desarrollo, la seguridad alimentaria y la producción de bienes y servicios.

Los desafíos impuestos por las sequías prolongadas son un tema de procupación nacional. Según el Instituto Mundial de Recursos (WRI), catorce entidades federativas tienen el mayor peligro de escasez y estrés hídrico: Ciudad de México, Aguascalientes, Coahuila, Colima, Chihuahua, Durango, Guanajuato, Hidalgo, Morelos, Querétaro, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora y Zacatecas.

De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua, para abril de 2025, 65% del territorio sufre algún grado de sequía, aún con dos meses por delante de la temporada de estiaje. En su reporte señala un déficit de precipitaciones del 28% con respecto al año anterior y 95 presas de las 210 principales con menos del 50% de su capacidad de almacenamiento. Esto ha generado un fuerte impacto en la disponibilidad de agua para las actividades productivas, principalmente para la agricultura. 

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Un análisis de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de EE.UU. (NOAA, por sus siglas en inglés), señala que nuestro país ha experimentado una sequía prolongada desde finales de 2022, con severos impactos en la producción agrícola. Esto ya ha ocasionado importantes efectos, como lo anunciado por el Gobierno del Estado de Sinaloa y la Comisión Nacional del Agua, que anunciaron el cierre de las extracciones para uso agrícola en todo el sistema de las 11 principales presas de Sinaloa, ya que estas se encuentra a un 7% de su capacidad de conservación, dejando solo una extracción de 28 m³/s para consumo humano.

Esta situación la comparten estados como Zacatecas, en donde un alto porcentaje del territorio está afectado por sequía y una demanda de agua que supera la oferta disponible. Fresnillo, Jerez, Villanueva, Calera, Valparaíso, Tepetongo, Tabasco, Saín Alto, Melchor Ocampo, Mazapil, Jalpa, Joaquín Amaro y Enrique Estrada son los municipios que se mantienen en sequía desde el mes de febrero. 

Recientemente, el Consejo Nacional Agropecuario informó que la sequía en los campos y las alteraciones climatológicas han impactado negativamente la producción agropecuaria, que sufrió una merma de 10 millones de toneladas al finalizar el año 2024, equivalente a una producción 3% menor respecto al 2023. Por su parte, el Banco de México, que ya incorporó la variable climática en sus diagnósticos, estimó que la sequía excepcional en el norte y centro-norte del país podría causar pérdidas equivalentes al 0.56% del PIB, ó 102 mil millones de pesos anuales. 

Estamos ante una realidad global de impactos mayúsculos que prenden todas las alertas por las afectaciones a regiones en desarrollo. En este sentido, la región de América Latina, en el año 2023 se posicionó como la más cálida desde que se realizan estos registros. La Organización Meteorológica Mundial (OMM), alertó que esto es a consecuencia de una sequía severa e intensa, agudizada por las olas de calor, que para 2025 y 2026 podrían agudizarse.

Queda claro que las sequías ponen en riesgo el acceso al agua para las personas, la seguridad alimentaria, la seguridad energética y el desarrollo económico y social de personas, comunidades, regiones y países. Resulta indispensable identificar los retos principales a los que nos enfrentamos, y generar aprendizajes de las experiencias recientes, con el fin de impulsar soluciones que contribuyan, en el presente y a futuro, con un sentido de equidad y eficiencia, las necesidades de la población, los distintos usuarios y el medio ambiente, alrededor del acceso al agua en cantidad y calidad. 

Se hace necesario incorporar la resiliencia en la política hídrica para desarrollar e implementar planes de adaptación y mitigación que incluyan medidas concretas para hacer frente a los efectos catastróficos del cambio climático, en particular, de la sequía.

Por Raúl Rodríguez Márquez

Presidente del Consejo Consultivo del Agua

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