En la vida, hay miradas que ven el horizonte, y atesoran el camino andado. Rafael Olmos, a sus noventa y dos años, encarna esa verdad en Zacatecas: es la historia de una vida dedicada con entrega inquebrantable a la tierra y a una visión que rompe barreras.
Desde joven, don Rafael forjó una conexión profunda con el campo en el Rancho “El Marengo”. “Desde hace 60 años estoy aquí, por el amor a los animales,” nos confiesa. “Trabajo diez veces más… pero soy un enamorado del rancho y estoy muy feliz.” Esta frase es el credo de una existencia donde la vocación supera cualquier cálculo.
Su trayectoria es un testimonio de firmeza y versatilidad. Lideró la Unión Ganadera y enfrentó con coraje la invasión de sus tierras. “De aquí me sacan, pero con los pies por delante,” sentenció, resistiendo cuando otros cedieron. “El dinero es como el humo, se va. Aquí me aguanté por pasión y amor al campo.”
Hoy, “El Marengo” alberga el mejor ganado suizo europeo, reflejo de su búsqueda de la mejora. Rafael Olmos, sigue impulsado por sus metas: “Todavía estoy pensando en qué voy a hacer.” Su padre le inculcó el lema: “Si en la lucha el destino te derriba… date una tregua. ¡Pero no claudiques!”.

Es la filosofía de una vida donde la voluntad de seguir adelante es inquebrantable. La huella de Rafael Olmos es profunda. Su mayor aporte, afirma, ha sido generar empleo, brindando oportunidades a quienes trabajan con él, a quienes ve como familia. “Siempre he procurado ser justo con las personas.”
Don Rafael Olmos es un ejemplo vivo de que la visión y la justicia son los pilares más importantes. Su historia es un recordatorio poderoso: lo que realmente importa no es solo el camino que recorremos, sino la huella que dejamos.
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