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Javier Cortez: el artista de lo imprevisible

Javier Cortez Martínez nos recuerda con sus explosiones de color y pinceladas sutiles pero intencionales, que todo nace a partir del impulso del deseo y de un estado de conciencia alerta al entorno, en donde todo confluye y se permea de unicidad. 

Para quienes han andado un largo tramo y  han dedicado horas al empeño de  concentrar su existencia en la labor de externar y componer a partir de formas y colores, guardan un momento clave en el que se definió una esencia, o algo incluso menos acertado, un «algo» que arranca los motores hacia nuevas direcciones, en el caso de Cortez, se trató de un momento en el que conectó “con el sentido de la creación”, por allá del 2006, cuando su formación había rendido más que frutos, experiencias. 

Él mismo menciona: “me hice a partir del trabajo y la disciplina”, sin embargo, como en todo, existe un inicio contundente y al mismo tiempo, inesperado. Relata el artista plástico que desde la infancia y las experiencias que ésta le ofreció, pudo fraguar una relación con los colores.

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En este caso, las canicas fueron el detonante responsable del cambio; pequeñas y potentes, éstas forjaron la relación con el color que más tarde pasaría a manifestarse en pesadillas con movimientos cuya naturaleza, no podía explicar. 

La obra de Cortez se puede describir como la pintura de lo “impresionantemente poderoso”, al mismo tiempo que sobresale por su versatilidad, el movimiento y la exploración de los colores, a partir de los matices, los contrastes y la luminosidad, mediante los procesos de “constante descubrimiento” que hacen de cada pieza no sólo una expresión única, sino también que tiene toda una carga de construcciones que se sucedieron según las circunstancias planeadas o no, de la idea principal. 

Hasta la fecha, en su carrera profesional se cuentan 38 exposiciones individuales y 190 colaborativas, estatales, nacionales e internacionales. Actualmente pertenece a dos grupos artísticos: Grupo Negro y Nómada, con los cuales ha realizado diferentes proyectos.  

Al estilo Cortez

El estilo y los tópicos de Javier Cortez son perceptibles y potentes. Tratar de unificar su obra a partir de un tópico sería complicado, sin embargo, se puede hablar desde la perspectiva del azar, que, si bien es inesperado e impredecible, es también un mecanismo de movimiento, término que reviste la obra del pintor zacatecano.

Dar orden a los elementos, quitar, agregar, iluminar, ajustar las coincidencias, explorar el color, dejar secar, volver a pintar, absorber la cotidianidad, así como crear una expresión única y genuina no es tarea fácil, aunque pudiera parecerlo de manera superficial. Esto se rige principalmente por el camino recorrido, la visión del artista y las decisiones que toma, que pueden bien favorecer o afectar la pieza, en una especie de proceso que nunca termina. 

“Cada cuadro tiene una historia muy diferente”, sin embargo, coinciden en la disciplina, como recordara Javier Cortez de sus colegas, Emilio Carrasco y Manuel Felguérez. Para el pintor, estos dos últimos fungieron bien como referencias e influencia, sobre todo Felguérez en la abstracción, sin embargo, indica que la fuente de inspiración y referencia la encuentra en todos los aspectos de la vida cotidiana. 

Con esto último nos recuerda que, en el fondo, todas las personas “tienen algo de artistas” y que la complejidad se desarrolla en darle forma al azar mediante la armonía y un sentido estético que penetre en la percepción del espectador.

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