Hay personas cuya huella trasciende el paso del tiempo. El doctor Jaime Cervantes pertenece a esa generación de médicos que construyeron, desde la vocación y el esfuerzo, los cimientos del sistema de salud en Zacatecas. Su historia, es un recorrido por la vida de un hombre que convirtió la medicina en una forma de servicio y los recuerdos en el hilo conductor de su existencia.
Primeros pasos
Creció en Nochistlán, un rincón del sur de Zacatecas lleno de juegos, libros y recuerdos que despertaron su curiosidad. Su pasión por aprender lo llevó a Guadalajara, donde decidió estudiar Medicina en la Universidad Autónoma de Guadalajara. Más tarde, completó su formación en la UNAM, obteniendo su título profesional y realizando su internado en el Hospital General del entonces Distrito Federal.
Construir desde la medicina
El servicio social lo llevó hasta Sonora, donde trabajó en los Servicios Ejidales. Aunque ahí encontró estabilidad y oportunidades laborales, el deseo de contribuir a su estado natal lo llevaron de vuelta a Zacatecas. Así llegó al Hospital Donato Moreno, ubicado donde hoy se encuentra el Incufidez, en la capital zacatecana.
Desde su regreso, se convirtió en un referente del sector salud en Zacatecas. Tras fundar el ISSSTE en 1960 y trabajar varios años como médico, hasta que asumió la delegación administrativa de la institución en 1979, Cervantes se convirtió en el primer delegado estatal. Allí, construyó la estructura desde cero, incluso contratando a su propio equipo, lo que consolidó la base del servicio en el estado.
Posteriormente, en 1993 se integró a la Comisión de Derechos Humanos de Zacatecas, desempeñándose como su primer presidente y aportando su visión y compromiso con la ciudadanía.
Una vida dedicada al servicio
El último cargo que desempeñó fue en la Función Pública, durante el gobierno de Amalia García.
Hoy, con más de medio siglo de historias, el doctor Cervantes disfruta el presente con serenidad: entre libros, películas, pinturas y partidas de golf, encuentra en los recuerdos una fuente de alegría. Su trayectoria en instituciones médicas, educativas y públicas dejó huellas perdurables en Zacatecas, convirtiéndolo en parte de la memoria colectiva de la medicina local.
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