En México, la falta de planeación integral en diversos proyectos de infraestructura y desarrollo urbano ha tenido consecuencias significativas sobre la calidad de vida y las oportunidades de quienes habitan esas zonas. Esta ausencia de visión a largo plazo se ve reflejada en carencias básicas y servicios deficientes que afectan a millones de personas.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2020 había 4.9 millones de personas sin acceso a agua potable y 6 millones sin servicio de alcantarillado. Estos datos muestran cómo la expansión urbana, sin una planificación adecuada, reproduce desigualdades y rezagos en el acceso a servicios fundamentales.
Una problemática similar se observa en el sistema de transporte público. Según la Asociación Mexicana de Autoridades de Movilidad (AMAM) 50 millones de personas utilizan este medio cada día, pero el 88 % de los concesionarios opera de manera informal, sin cumplir con criterios de planeación ni regulación, por lo que existe una insatisfacción generalizada entre más del 68 % de las personas usuarias. 
Estas deficiencias también se evidencian en la vivienda social, donde muchos desarrollos han fracasado por estar ubicados lejos de centros de trabajo y servicios básicos. Como resultado, diversas unidades habitacionales han sido abandonadas, provocando la pérdida de valor urbano y el desperdicio de recursos públicos.
¿Qué es la infraestructura integral?
Según la Consultoría Integral de Desarrollo Urbano (CIDUR), la infraestructura integral comprende redes y sistemas como agua potable, drenaje, energía eléctrica, telecomunicaciones y movilidad, planificados de manera coordinada para garantizar su funcionamiento y responder a las necesidades de la comunidad.
Este modelo evita la implementación de soluciones aisladas, asegurando que todos los sectores de la población tengan acceso a los mismos beneficios, facilitando una distribución más equitativa de los recursos, lo que contribuye a reducir las desigualdades urbanas y fomenta un desarrollo más sostenible, con un impacto positivo tanto a nivel social como ambiental.
Infraestructura VS Prosperidad
Algunos estudios, como el informe de La Infraestructura en el Desarrollo Integral de América Latina, plantean si el desarrollo de obras públicas impulsa la prosperidad o si, por el contrario, es esta última la que facilita las inversiones en ese tipo de proyectos. Más allá del debate, es claro que el acceso al transporte, los servicios urbanos y los empleos determina la equidad y calidad de vida en las ciudades. Un sistema de transporte eficiente acorta distancias, facilita la inclusión social y reduce los costos de desplazamiento. Su ausencia incrementa la marginación y dificulta la integración urbana.
Para enfrentar los desafíos de la urbanización sin servicios y la falta de coordinación institucional, es crucial implementar estrategias como la planeación urbana basada en evidencia, fomentar la participación ciudadana en el diseño de proyectos y replicar modelos exitosos que integren infraestructura y movilidad. Un enfoque integral en el desarrollo habitacional, que incluya recursos esenciales y conectividad, es fundamental para garantizar calidad de vida y equidad social.
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