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Estée Lauder: La Mujer Que Transformó La Belleza

Antes de que los perfumes y cosméticos llevaran su nombre a los escaparates del mundo, Estée Lauder era Josephine Esther Mentzer, una joven de Queens con una pasión temprana por la belleza. Nacida en 1908, creció observando a su tío, un químico, preparar cremas para el cuidado de la piel. Entre frascos y aromas, aprendió los secretos de la formulación y la importancia de la constancia, ingredientes que más tarde marcarían el inicio de una de las empresas más influyentes de la historia de la cosmética.

De la cocina familiar a los grandes almacenes

Lo que comenzó como una idea en la cocina de su casa se transformó en un negocio que desafió las normas de su tiempo. En 1946, junto a su esposo Joseph Lauder, fundó la compañía Estée Lauder. Un año después, obtuvo su primer gran pedido de Saks Fifth Avenue por un valor de 800 dólares. Con una mezcla de intuición y determinación, Estée entendió que la belleza debía sentirse y demostrarse. Así, introdujo la práctica de aplicar los productos directamente sobre la piel de sus clientas, una estrategia que se convirtió en sello de la marca.

También revolucionó la forma de vender cosméticos. Apostó por la publicidad de boca en boca y creó el concepto del “regalo con compra”, ofreciendo muestras para que las mujeres probaran sus productos y compartieran su experiencia con otras. Su lema “Teléfono, telégrafo, decirle a una mujer” capturó su visión: que las mejores embajadoras eran las propias consumidoras.

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La creación de un nuevo lenguaje en la belleza

Durante los años 50, Estée identificó un cambio social: las mujeres querían comprar su propio perfume. Con esta idea lanzó en 1953 Youth-Dew, un aceite de baño con aroma a rosas, jazmín, vetiver y pachulí que también funcionaba como fragancia. El producto fue un éxito y marcó un punto de inflexión en la forma de entender el consumo de perfumes, transformando su pequeña empresa en un referente mundial.

Su atención al detalle también se manifestó en el diseño. Eligió el turquesa pálido como color característico de los frascos de la marca porque transmitía elegancia y combinaba con cualquier baño. Su presencia era constante en las tiendas: viajaba a cada inauguración y se quedaba durante días para capacitar al personal y conocer a sus clientas.

Familia, visión y expansión global

Estée y Joseph formaron una familia donde el trabajo y la pasión se entrelazaban. Sus hijos, Leonard y Ronald Lauder, crecieron entre laboratorios, reuniones y lanzamientos, y más tarde tomaron las riendas del negocio. Bajo su impulso, la compañía amplió su portafolio con nuevas marcas como Aramis, Clinique, Prescriptives, Lab Series y Origins.

A lo largo de su carrera, fue reconocida con numerosos premios, entre ellos la Legión Francesa de Honor. También dedicó tiempo y recursos a causas filantrópicas, apoyando proyectos culturales y sociales como la restauración del Palacio de Versalles y la construcción de áreas recreativas en Central Park, Nueva York.

Un legado que trasciende generaciones

Se retiró en 1995 y falleció en 2004, dejando un legado que continúa inspirando a la industria y a millones de mujeres alrededor del mundo. Hoy, The Estée Lauder Companies (ELC) mantiene una presencia global con más de 57 000 empleados y una cartera de marcas que siguen su filosofía: respeto, integridad, generosidad y creatividad.

El espíritu de Estée Lauder sigue presente en cada frasco y en cada historia de quienes creen que la belleza también es una forma de empoderamiento. Su trayectoria demuestra que los sueños pueden crecer desde los lugares más sencillos, siempre que se mezclen con trabajo, visión y pasión.

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