En distintos rincones de Zacatecas, el arte wixárika se manifiesta como una forma profunda de conexión espiritual y memoria colectiva. Las piezas elaboradas por las comunidades huicholas conservan una identidad que ha perdurado por generaciones, y cuyo valor cultural sigue presente en mercados, talleres y exhibiciones locales.
Los pueblos wixárika, conocidos fuera de México como huicholes, habitan principalmente la Sierra Madre en los estados de Nayarit, Jalisco, Durango y Zacatecas. Este territorio ha sido parte de su historia desde antes de la conquista española, lo que ha permitido que muchas de sus prácticas se mantengan vigentes.
En Zacatecas, esa presencia se percibe en la continuidad de su arte, donde cada pieza es elaborada de manera minuciosa y con un propósito espiritual. Las obras representan elementos de su cosmovisión, además de ser una vía para transmitir enseñanzas y mantener viva su identidad.

Materiales y técnicas de un legado que perdura
El arte wixárika se distingue por el uso tradicional de chaquiras de vidrio —en especial microchaquiras— y estambre adherido sobre tablas de madera, resina o barro. Estos materiales se fijan con cera de campeche y resina natural, lo que permite crear superficies texturizadas y llenas de color.
Los artesanos plasman figuras de animales, máscaras, murales y objetos decorativos. Cada diseño requiere precisión y tiempo, pues las cuentas se colocan una por una para formar patrones simbólicos. Esta técnica no solo es estética, también es ritual, ya que se considera una forma de conectar con el mundo espiritual.
Símbolos que cuentan una historia espiritual
Las piezas wixárikas representan elementos sagrados que tienen un papel central en su vida ceremonial. Entre ellos destacan el venado —guía mitológico—, el peyote, el fuego, el maíz, el águila y el sol. Cada uno forma parte de lo que llaman Niérika, entendido como “don de ver”, un concepto que alude a la visión espiritual y la comunicación con sus deidades.
El significado profundo de estas representaciones es también una forma de sanación y agradecimiento, ya que cada obra transmite una intención y un vínculo con la naturaleza.
Autoridades locales han promovido la difusión de estas piezas como parte del patrimonio cultural del estado, lo que ha permitido su visibilidad en mercados, galerías y exposiciones.
Para quienes buscan acercarse a este arte, es posible encontrar a artesanos que conservan estas prácticas tanto en comunidades serranas como en espacios urbanos de la capital zacatecana.
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