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Anna Lara Atelier. Detrás De La Marca

Ana Lara, a través de los recuerdos, nos relata la vida de Anna Lara Atelier, una marca que trasciende la moda para convertirse en un refugio de creatividad y emoción. “Siempre me viene a la mente cuando tenía 10 años y pasaba los fines de semana en casa de mi abuelita”, comparte, describiendo un mundo de telas y máquinas de coser que sembró la semilla de su pasión.

La elegancia, la feminidad y la atemporalidad fueron los pilares de su trabajo, valores que se reflejan en diseños que celebran la individualidad.

La moda ha sido el lenguaje a través del cual Ana conecta con el alma de sus clientas. “Busco que cada pieza despierte emoción”, revela, anhelando que sus diseños fueran un reflejo de su esencia. La satisfacción de ver sus creaciones cobrar vida en otros, ha sido su mayor recompensa. El ver un boceto transformado en una prenda que irradia seguridad “lo vale todo”.

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Checa la entrevista completa a continuación.

Al recordar los inicios de Anna Atelier, ¿qué imagen o sensación es la primera que viene a tu mente?

Siempre me viene a la mente cuando tenía 10 años y pasaba los fines de semana en casa de mi abuelita. Ella era modista, igual que mi bisabuela, aunque a ella no la conocí. Mi abuela tenía su cuarto de costura en la casa, y yo pasaba horas ahí, rodeada de telas, revistas de moda de esa época y una máquina de coser antigua, de esas que son como muebles. Me encantaba estar ahí, ver todo con detalle y sentir ese mundo tan especial. Desde entonces supe que quería ser diseñadora de modas. Nunca dudé de eso.  Más adelante, cuando empecé Anna Lara Atelier, también recuerdo muy claro ese primer momento: estaba en una habitación de costura que tenía en mi casa en Monterrey, y mi mejor amiga me pidió que le hiciera un vestido. Ella fue mi primera clienta, y ahí comenzó todo. Siempre tuve la seguridad de que quería dedicarme a esto, aunque en ese momento no alcanzaba a imaginar todo lo que podía llegar a ser. Hoy, al mirar hacia atrás, esa certeza y ese cariño por lo hecho a mano siguen siendo el corazón de mi marca.

Anna Atelier es un espacio de expresión y creatividad. ¿Qué historias o momentos especiales recuerdas que ejemplifiquen esto?

Para mí, cada vestido que creamos en el Atelier cuenta una historia. Pero hay momentos muy especiales que se me quedan grabados, como cuando una novia llega con una idea muy clara de lo que quiere transmitir, y juntas vamos dándole forma hasta que el vestido refleja por completo su esencia.  También me ha tocado trabajar con piezas que tienen un valor sentimental muy profundo, como cuando utilizamos el vestido o la mantilla de la mamá de la novia para transformarlo en algo nuevo. A veces lo adaptamos por completo o simplemente lo integramos como un detalle especial, pero siempre cuidando que conserve su esencia. Esos procesos me encantan, porque logran unir generaciones a través de algo tan simbólico como un vestido.

¿Qué valores o principios guiaron tu trabajo y cómo crees que se reflejaron en tus creaciones?

Desde el inicio, he tenido muy claro que cada prenda debe hacerse con dedicación, cuidado y respeto por la persona que la va a usar. Valoro mucho el trabajo bien hecho, los procesos detallados y la idea de crear algo único, que no solo sea bonito, sino que también tenga un significado especial para quien lo lleva.  Siempre me ha gustado que mis diseños tengan un sello elegante, femenino y atemporal. Creo que la verdadera belleza está en los detalles sutiles, en las líneas limpias, en cómo una prenda puede resaltar lo mejor de cada mujer sin disfrazarla. Por eso, otro principio que siempre he cuidado es respetar la esencia de cada clienta: escucharla, entender su estilo, su historia, y traducirlo en un vestido que realmente la represente. Creo que ahí es donde se encuentra la magia de lo hecho a medida.

La moda es un lenguaje, ¿qué mensajes o emociones buscabas transmitir a través de tus diseños?

A través de mis diseños siempre he buscado transmitir elegancia, feminidad y una belleza que sea sutil pero con carácter. Me gusta pensar que cada vestido habla por sí solo, que acompaña a la mujer que lo lleva sin robarle protagonismo, pero sí resaltando lo mejor de ella.  También busco que cada pieza despierte emoción. Que cuando una clienta se vea al espejo, se sienta segura, especial, y sobre todo, fiel a sí misma. Para mí, la moda no se trata solo de tendencias, sino de crear algo que conecte con una historia personal y que haga sentir a quien lo usa, que está en el lugar y momento correcto, siendo ella misma.

¿Cómo te gusta que la gente recuerde la marca?

Me gustaría que recuerden a Anna Lara Atelier como una marca que cuidaba cada detalle, que hacía sentir especial a cada mujer y que honraba la belleza de lo auténtico. Que no solo hacíamos vestidos, sino que acompañábamos momentos importantes con piezas llenas de intención, elegancia y significado.  Que cuando piensen en la marca, recuerden cómo se sintieron: escuchadas, comprendidas, y reflejadas en cada diseño. Al final, más allá de la moda, lo que permanece es la emoción que deja una experiencia, y eso es lo que más me importa transmitir.

¿Qué significa para ti ver a las personas usando tus diseños, cómo te hace sentir?

Es una satisfacción muy grande. Ver en persona algo que nació en tu imaginación, que empezó como un boceto y terminó tomando forma en un vestido real, en tres dimensiones, es algo que no deja de emocionarme. A veces hay procesos complejos, diseños con mucha técnica o detalles que representan un verdadero reto, y aunque siempre encuentro la manera de lograrlo, hay momentos en los que uno llega a dudar si realmente va a salir como lo imaginaste. Por eso, cuando lo veo terminado y puesto en la clienta, es una mezcla de alivio, orgullo y emoción.  Pero más allá de lo estético o lo técnico, lo que más me llena es ver a mi clienta satisfecha. Verla feliz, segura, sintiéndose hermosa y conectada con su vestido… eso para mí lo vale todo

¿Cuál es el mayor desafío que enfrentas al construir y mantener Anna Atelier?

Creo que el mayor desafío ha sido mantenerme fiel a mi esencia en un mundo que cambia constantemente. En un entorno donde todo se mueve tan rápido, donde las tendencias van y vienen, y donde a veces se valora más lo inmediato que lo hecho con tiempo, he tenido que aprender a sostener una forma de trabajar que es más pausada, más detallista y profundamente personal.  También ha sido un reto equilibrar la parte creativa con la parte empresarial. Dirigir una marca implica tomar muchas decisiones que van más allá del diseño, y encontrar ese balance para seguir creciendo sin perder la calidad, la atención al detalle y la cercanía con cada clienta, ha sido todo un aprendizaje constante.  Pero al final, esos desafíos son también los que le han dado carácter a la marca y me han hecho crecer como diseñadora y como mujer.

Si pudieras volver a vivir un momento de Anna Atelier (con la marca o algún cliente), ¿cuál sería y por qué?

Volvería al momento en el que entregué mi primer vestido. Fue para una de mis mejores amigas, y recuerdo perfectamente lo que sentí al verla probárselo. Era la primera vez que algo que había imaginado, dibujado y trabajado con mis manos se convertía en realidad, y además en alguien tan cercana. Estaba nerviosa, emocionada, y a la vez muy consciente de que ese era el inicio de algo especial.  Fue un momento sencillo, pero lleno de significado. Ahí entendí que quería dedicarme a esto toda mi vida. Esa mezcla de emoción, responsabilidad y gratitud es algo que nunca olvido, y que trato de revivir, de alguna manera, con cada clienta desde entonces.

¿Qué sigue para Anna Lucía y para Anna Atelier?

Justo acabo de llegar a Madrid para hacer una maestría en Dirección de Empresas de Moda, así que en este momento Anna Lara Atelier está en una pausa temporal. Fue una decisión que no tomé a la ligera, pero sentí que era el momento de crecer —como persona, como creativa y también desde un lugar más empresarial.  Estudié diseño de modas y textil, y todo lo que he aprendido sobre negocios ha sido a base de experiencia, aciertos, errores y mucha intuición. Ahora quiero complementar esa parte con una formación más estructurada, que me ayude a darle a mi marca el crecimiento que merece, pero con bases más sólidas.  No sé con certeza qué pasará después, pero no descarto, y de hecho me encantaría, poder abrir un atelier aquí en Madrid en algún momento. Sé que es un reto, pero también creo que tengo lo necesario para lograrlo. Por ahora, estoy enfocada en absorber, aprender y seguir soñando en grande.

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